A Comer luz!!!!
Hora de comer megahercios
Por Jordi Miralles, biólogo, presidente de la Fundación Terra, Barcelona
La energía es algo que vemos y sentimos todos los días, pero esta tiene múltiples manifestaciones. La luz es una de las formas energéticas que alimenta nuestro planeta y a su vez nutre a sus seres, humanos incluidos. Cuerpo y mente se nutren de unidades de energía, pero hasta hoy se mide por la capacidad de trabajo de los alimentos que podemos ingerir y no por su energía luminosa (en megahercios: MHz). Sin embargo, disponemos de la tecnología para medir precisamente la cantidad de luz almacenada por los alimentos que nos permite adoptar una alimentación más acorde a una frecuencia vibratoria más alta.
El aporte energético de los alimentos se mide en kilocalorías y estas expresan la capacidad para desarrollar trabajo muscular. Para llevar una vida normal se aconseja una ingesta diaria de unas 2200 kcal (recommended daily allowance). Pero no sólo de alimentos nos nutrimos. Los pensamientos, también influenciados por la alimentación, pueden afectar a nuestra capacidad energética, aunque sea más sutil . Por eso está demostrado que la meditación contribuye al equilibrio energético no sólo en el plano mental sino también el biológico. Lo mismo sucede con el dormir, una actividad esencial para nuestro reequilibrio vital.
En 1992, Bruce Taino llevó a cabo en la Universidad Estatal de Cheny (Washington), el estudio de la frecuencia vibratoria media del cuerpo humano sano y determinó que durante el día esta era de 62 a 72 MHz. Averiguó igualmente que cuando se reduce la frecuencia vibratoria de una persona, el sistema inmunológico se ve comprometido. Si la frecuencia se reduce a 58 MHz, aparecen los síntomas del resfriado o la gripe a los a 42 MHz sobreviene el cáncer y a los 25 MHz se inicia la muerte. A medida que baja el tipo de vibración, las sinapsis del cerebro se dañan. Sus conclusiones fueron contundentes, dietas grasientas y altas en hidratos de carbono matan de hambre a las células del cerebro. Los sustitutos del azúcar tales como los edulcorantes destruyen las terminaciones nerviosas. Sus investigaciones recogían el testigo de las iniciadas por el Dr. Royal Raymond Rife (1888-1971).
Actualmente, hay estudios que han demostrado que, en sólo tres segundos, tras un sorbo de café, la frecuencia de una persona se reduce en 14 MHz. Sin ninguna intervención para reequilibrarla, la frecuencia de esa persona tardará tres días en volver a la normalidad (algunos expertos señalan que la inhalación de aceites esenciales recupera la frecuencia bioeléctrica perdida en menos de treinta segundos). De la misma forma, un pensamiento negativo puede reducir la frecuencia de una persona de 10 MHz, mientras que una actitud mental positiva puede elevarlo en 10-15 MHz.
Del estudio de las frecuencias corporales se desprende el interés de conocer las frecuencias de las sustancias que comemos, respiramos o absorbemos. Hoy diversas investigaciones nos permiten conocer la frecuencia vibratoria (la luminosidad de los alimentos.). Los alimentos procesados o en conserva y los de procedencia animal tienen una frecuencia de cero. Los productos frescos se sitúan de media en los 15 MHz, las hortalizas de 12 a 22 MHz y los frutos de árboles y arbustos de 20 a 27 MHz. Entre los alimentos de mayor frecuencia luminosa, por encima de los 50 MHz, encontramos el cacao y chocolate sin procesar, la espirulina, el limón, las algas, etc. Esto también demuestra que el régimen alimentario vegetariano es a la vista de la pirámide “de luz de los alimentos” el que mejor se adapta para mantener un alto grado de energía en el conjunto del cuerpo.
La medida de la luminosidad de los alimentos ilustra su capacidad nutritiva de una forma holística. En síntesis, la luz, como frecuencia vibratoria nutritiva, sea directamente bebiendo la luz solar o absorbiendo la que contienen los alimentos, es esencial en la dieta humana.